miércoles, junio 06, 2007

Más sobre el aborto

Tanto hombres como mujeres tenemos el mismo derecho a un buen empleo, a la educación y a una vida digna. De eso no hay duda.

Los hombres no tenemos que echar atrás nuestros planes por un embarazo no deseado, por eso, en la actualidad, si alguien no quiere ser tachado de “antifeminista” tiene que apoyar el aborto, pues de ese modo estaremos a favor de la igualdad profesional y laboral de las mujeres.

Debe ser frustrante para una mujer deshacer todo su plan de vida y tener que dejar su carrera a medias para criar y mantener a un hijo que no buscó.

Es injusto traer al mundo a un hijo, cuando no se tiene la capacidad económica para criarlo y darle una vida digna (dentro del parámetro social actual).

Para no sentirnos culpables y estar dentro del grupo “pro feminista”, definimos que un humano se le puede llamar como tal, solamente si tiene más de doce semanas de vida (de ahí la nueva regulación que permite practicar el aborto de manera legal en el Distrito Federal. Antes de esas doce semanas, no es un ser humano. Ni siquiera es un ser vivo.

Sin embargo, tenemos que definir que significa estar vivo.

La biología define un organismo vivo como aquel compuesto por materia orgánica capaz de llevar a cabo funciones tales como comer, metabolizar, excretar, respirar, moverse, crecer, reproducirse y responder a estímulos externos.

Un feto con seis, ocho o doce semanas cumple perfectamente 7 de los 8 puntos, por lo tanto, es un ser vivo.

Un árbol también cumple perfectamente 7 de los 8 puntos anteriores, está vivo y sin embargo podemos eliminarlo sin sentirnos de culpa pues no es de nuestra especie. Entonces, ¿Por qué no sentimos culpa si eliminamos un ser que está probadamente vivo y además es de nuestra propia especie? Pues porque no nos conviene.

Y no nos conviene porque queremos seguir con nuestra vida, porque no podemos criarlo (como si no existieran organizaciones de adopción), porque no queremos ser tachados como medievales opuestos al desarrollo profesional y laboral de las mujeres etc.

En este tema la religión no tiene nada que ver. Nuestro derecho a estar vivos no lo sostiene la religión sino las leyes humanas. La moral universal creada por el hombre. El derecho universal de vivir y crear nuestro propio destino.

Entiendo que despenalizar el aborto no significa que vaya a aumentar el número de intervenciones para interrumpir el embarazo. Lo que se trata de evitar es que se lleven a cabo en sitios insalubres o con métodos atroces como insertarse objetos o lanzarse por las escaleras.

Sin embargo, las personas que se van a someter a un aborto tienen que estar concientes de que están eliminando una vida y que pueden darle oportunidad de vivir entregándolo en adopción inmediatamente después del parto.

Al estilo de la mafia, no podemos eliminar a alguien solamente porque nos estorba nuestros planes personales. Si nuestro padre o madre se oponen a que vivamos con alguien, estudiemos tal carrera o cualquier otra cosa no los eliminamos pues además de que están vivos, son nuestra sangre.

Lo mismo ese feto con ocho o doce semanas de vida que nos está cambiando los planes: Está vivo, tiene derechos y son nuestra sangre.

Algo me queda claro y es que tener dentro a un ser vivo, producto de una violación debe ser terrible y por eso alguien me podría decir “ojalá no te encuentres en esta posición si le ocurre a alguien de tu familia, pues no pensarías de la forma en que estás pensando ahora”.

Precisamente porque veo a mi descendencia es porque pienso así. Están vivos y tienen todo un futuro por delante porque nadie tomó la decisión de “eliminarlo”.

Luis I. Fadl
30 de Mayo 2007
lifadl@gmail.com

viernes, marzo 16, 2007

Todos los caminos conducen a Washington

Durante la gira de George Bush por Colombia, Brasil, Uruguay, Guatemala y México vimos lo que siempre ocurre cuando un presidente de esa nación visita cualquier país: Manifestaciones de rechazo al presidente y al país que representa.

Todos odian a Estados Unidos, pero todos lo admiran. Lo queramos o no, ese país sigue dictando el ritmo del planeta.El mundo está al pendiente de quién ganó el Oscar en Estados Unidos, las películas que producen en ese país, sus programas de televisión, si fabricamos algo queremos vendérselo a ellos, comemos hamburguesas de ellos, nos gustan sus autos y camionetas, compramos nuestra comida en sus tiendas. Queremos ser como ellos.

Se menciona que Estados Unidos tiene abandonado a Latinoamérica, porque sus ojos están en Oriente Medio. ¿A alguien le importa si el gobierno de Noruega, Italia o Australia le presta atención a Latinoamérica? No. Todos los países quieren la atención de Estados Unidos al mismo tiempo que dicen que no lo necesitan.

La mitad del tiempo de los noticieros cubrió la gira de Bush. Que si bromeó, qué fue lo que comió, etc. Si el presidente de Paraguay viene, le dan una nota de 10 segundos.

El mismo Hugo Chávez, que tanto cacarea contra Estados Unidos, depende de ellos para mantenerse.Hugo Chávez es algo así como el hijo rebelde que desprecia al padre y le quiere demostrar que no lo necesita para mantenerse y vivir solo y cuando decide dejar la casa le pide dinero para irse a vivir a otro lado. De la misma forma, Chávez está soltando petrodólares al por mayor para lograr una integración en la región con su mini OPEP gasera, su banco del Sur etc, esto, por supuesto, con el dineral que le está entrando de sus negocios con Estados Unidos, país con el que, por cierto, ha aumentado su intercambio comercial en los últimos años.

Hay que aceptarlo. La potencia dominante es la dueña del planeta.Si algún dictador provoca alguna matanza de civiles, tarde o temprano la pagará.Bush provocó una guerra civil en Irak y mató a miles de civiles y soldados de su país con tal de tener el control de las reservas petroleras iraquíes. Sabemos que nadie lo va a juzgar.

Aunque seas presidente de cualquier país, si no bailas al son que te tocan los gringos, te eliminan: Ahí tenemos al ex presidente de Panamá, Noriega, en una cárcel en Estados Unidos, o al mismo Saddam Hussein, que acabó en la horca.

México, en lugar de estar lloriqueando por el muro, debe de crecer su industria interna, dar trabajo a la gente para que no se vaya y aprovechar que estamos al lado del país al que todo mundo le quiere vender, para hacer llegar nuestros productos de una forma económica.

China, que nos está quitando casi todo el mercado con nuestro cliente del norte, daría lo que fuera por tener una frontera con Estados Unidos y así evitar transportar su mercancía por barco durante dos meses. Nosotros en cambio, vemos esa frontera como un problema.

En tiempos del Imperio Romano, todos los caminos conducían a Roma, en la actualidad, todos los caminos conducen a Washington.

La próxima vez que nos visite un presidente de Estados Unidos, en lugar de romper vidrios de nuestra ciudad y quemar banderas, mejor hay que pensar qué podemos venderle.

Luis I. Fadl
lifadl@gmail.com