miércoles, agosto 31, 2011

Somalia: El país de los piratas millonarios y de la población más pobre del mundo (4 de 7)

Los piratas
La falta de un gobierno central en Somalia y la anarquía social y legal, sumado a la estratégica posición geográfica que tiene el país (en la puerta de entrada al golfo de Suez) le dio un camino natural a la formación de bandas criminales en tierra y mar.

El origen de los piratas no fue ilegal del todo. Originalmente eran pescadores y se denominaron "Guardia Costera Voluntaria de Somalia" para proteger sus costas de los pescadores clandestinos de países desarrollados y de la contaminación que sufría la zona por el vertido de sustancias contaminantes radioactivas

Aun cuando en la actualidad estos pescadores se dedican a secuestrar barcos mercantes, afirman que los verdaderos bandidos del mar son los pescadores clandestinos, refiriéndose a los barcos pesqueros de países desarrollados y la contaminación que provocan.

Desde la guerra civil iniciada a principios de los 90´s, los piratas han sido un problema constante en la región.
Estos tienen en jaque a la Organización Marítima Internacional o inclusive al Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

Aprovechando la caída del gobierno a principios de los años 90, flotas extranjeras comenzaron a practicar la pesca ilegal en aguas somalíes, entonces los piratas decidieron proteger la costa antes de que la milicia se viera envuelta. Esta actividad empezó a decaer tras el alzamiento de la Unión de Cortes Islámicas en 2006. Sin embargo, la piratería volvió a crecer luego que Etiopía invadiera Somalia en diciembre de ese mismo año.

Occidente trata de controlar esta situación enfrentando a los piratas con la Task Force 150, coalición naval multinacional que opera en el golfo de Adén, el golfo de Omán, el Mar Arábigo, el Mar Rojo y el Océano Índico.

La persecución de estos piratas se ve bloqueada por la barrera que significa el mar territorial de Somalia. Las persecuciones a embarcaciones piratas se ven interrumpidas cuando éstas ingresan al mar territorial, ya que no existe un permiso por parte del “gobierno” para poder entrar.

En junio de 2008, respondiendo a la carta enviada por el Gobierno Transicional de Somalia, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aceptó de forma unánime el permiso que este gobierno concedía a algunas naciones para entrar en el mar territorial de Somalia con el fin de combatir la piratería.

La medida, que fue propuesta por Francia, Estados Unidos y Panamá, tendrá una duración de seis meses. Francia propuso extender la medida a otras zonas como África occidental, pero fue rechazada por los representantes de China, Vietnam y Libia, quienes decidieron limitar el rango de acción a un solo país.

Entre los casos más sonados de ataques se encuentran el realizado al buque petrolero Sirius Star, en noviembre de 2008 y el carguero Maersk Alabama en abril de 2009, donde el FBI intervino para apoyar las negociaciones de liberación.

A raíz de los acontecimientos relacionados con esta embarcación —que resultaron en la liberación por la vía armada del capitán de la nave—, el presidente de Puntlandia instó a las naciones de los barcos secuestrados a llevar a cabo «acciones militares» en vez de pagar rescates; además, pidió ayuda de la comunidad internacional, hacia su administración, para combatir el flagelo.

Para empeorar la situación, este problema ha impedido el envío de ayuda humanitaria a naciones del este de África; especialmente los envíos al puerto de Mombasa, esencial en la distribución de asistencia a Sudán, Uganda, Ruanda, Kenia y la misma Somalia.

Los involucrados en estas actividades ilegales son jóvenes de zonas pobres que tienen en la piratería una aspiración.
Las cuantiosas sumas de rescate pedidas rondan entre los 250 000 y el millón de euros.

De acuerdo al testimonio de uno de los saqueadores, fue la acaparación de la pesca por parte de barcos extranjeros lo que incitó a involucrarse en el crimen. En cuanto a lo robado, se asevera que es distribuido “con justicia”.

Además, afirma que no causan daño a las víctimas de sus secuestros para luego poder exigir algún tipo de rescate a cambio.

Además de pescadores, las bandas las integran ex combatientes y técnicos expertos en aparatos de última tecnología.

Hasta abril de 2009 se calculan unos 1500 individuos implicados en la piratería a barcos, a diferencia de la centena estimada hace siete años.
Generalmente los ataques son realizados por un pequeño grupo (de siete a diez individuos), y en rápidos botes con motores fuera de borda, que usualmente parten desde una nave nodriza;41 aunque, una vez realizado el abordaje, permanecen unos 50 piratas en la nave, y una suma similar espera en la costa por cualquier eventualidad.

Estos grupos tienen armamento ilimitado y sistemas de comunicación de última tecnología.
Cuentan con fusiles AK-47, ametralladoras PKM y lanzacohetes RPG-7.43. En sus operativos se emplean teléfonos satelitales y GPS. El asalto al barco es efectuado sujetándolo con ganchos (algunos impulsados a manera de proyectil), para después trepar con cuerdas y escaleras. También, a manera de disuasión, los piratas optan por atacar previamente al objetivo para forzarlo a parar y así abordar con facilidad.

El poblado de Eyl se ha convertido en el centro de las actividades de los piratas y por lo tanto ha crecido económicamente.

Mientras la mayor parte de la población somalí vive al día y muchos no tienen agua o comida para las siguientes horas, en Eyl disfrutan las las últimas innovaciones tecnológicas (celulares, laptops o automóviles). Incluso restaurantes han sido acomodados para los secuestrados.

Entre los piratas hay especialistas en negociaciones, contadores, traductores que ganan más de 5,000 euros por operación. Estos recursos le permiten a los piratas vivir en mansiones, tener varios autos y dos o tres esposas,

Todo este exceso lo único que ha logrado es encarecer la economía local y el aumento en el consumo de drogas.

Hay dos grandes beneficiados con toda esta industria: Los que financian las operaciones y que viven fuera de Somalia (la mayoría en Londres), que no solo aportan recursos, sino que transmiten información sobre las rutas de barcos y su carga, y los jefes de las milicias que controlan la mayor parte del país.

Los piratas tienen su concejo de jefes escondido en las montañas de Eyl y un código de ética.
El concejo funciona como juez mediador cuando hay diferencias entre los grupos de piratas y el código de ética contiene normas como el  de mantener el respeto a los rehenes tomados de los barcos, la prohibición del robo dentro del barco secuestrado,  penas de ejecución a quien atente contra un compañero, premios a quien aborde primero la nave (que podría ser un automóvil, una casa o esposa).

Las ganancias obtenidas por los piratas se dividen así: Los que secuestran directamente al barco se llevan un 30% del botín (alrededor de US$ 1 a US$ 2 millones por barco), 20% para los cabecillas, 30% para sobornar funcionarios locales y 20% para compra de municiones y equipo

Se dice que los piratas han creado una bolsa de valores en la localidad de Haradheere para todo aquel que desee obtener ganancias de los asaltos, ya sea de manera directa (participando en un asalto y secuestro a un barco) u obteniendo dividendos aportando armas o dinero.

Ante toda esta parafernalia industrial y económica, no hay mucho que se pueda hacer para remediarlo, excepto el ataque frontal a los piratas con el uso de la fuerza militar, pero por alguna razón 8tal vez porque las aseguradoras cubren las pérdidas), no se ha visto una reacción contundente de las potencias económicas para terminar con el problema.